77 MILLION PAINTINGS

Una Instalación de BRIAN ENO

POETIZAR EL TIEMPO

Al contemplar 77 Million Paintings (77 millones de pinturas), especialmente si el visitante no tiene mucho conocimiento de la obra de Brian Eno, lo primero que percibirá es que el artista no solo le está demandando la oportuna atención, sino un grado de paciencia no muy frecuente en el arte contemporáneo, una premisa necesaria para arrebatar lo esencial de la frágil plasticidad que desprende la modulante atmósfera de esta obra.

Las vídeo-pinturas de Brian Eno piden detenerse, al menos por el mismo tiempo que nos ha llevado el trayecto hasta ellas. Demorarse con el fin de observar, pensar y permitir escuchar las vibraciones, por lo general impenetrables, de nuestra psique en estado alfa. Todo un reto para quienes vivimos aceleradamente rodeados del constante derroche de imágenes y sonoridades excitadas y con la capacidades de atención desestructuradas.

77 Million Paintings nace de la exploración por parte de Brian Eno de la luz como medio artístico y de las posibilidades estéticas del arte generativo. Su título proviene del número posible de combinaciones aleatorias de vídeo y música que puede ser generada por la instalación, partiendo de la certeza de que nunca se repetirá el mismo paisaje audiovisual.

Así, Brian Eno nos presenta una pintura generativa basada en sus pinturas abstractas, la cual se enmarca en un montaje de pantallas de alta definición. Estas obras individuales se organizan en capas de modo que puedan producir pinturas compuestas y cuyo resultado se modifica constantemente de forma casi imperceptible. De esta manera, cada cuadro, cada momento, es único.

Por otra parte, la selección de las capas, así como la composición de los monitores, es exclusiva para cada exhibición, que se diseña especialmente para los diferentes espacios, teniendo en cuenta su arquitectura, función y entorno. El efecto de todo esto desemboca en una obra de arte meditativa que permite reflexionar acerca de la utilidad de las pantallas y de cómo y dónde experimentamos los conceptos del arte.

La pieza consta de una pantalla central en forma de aspa configurada por 12 monitores de pantalla plana donde las imágenes generadas de forma aleatoria mutan lentamente. Los inapreciables cambios al principio pueden causar cierto estado de desorientación, pero tras ese momento de perplejidad se pasa a la cautivación ante el efecto de alternancia de las composiciones y la sensación de como impactan en nuestras retinas saturadas por el diario bombardeo de estímulos.
El diseño del espacio constituye otro punto de inflexión que ayuda a dinamizar la escultura de pantallas y a crear una atmósfera feérica, con sus columnas arbóreas, sus conos multicolores y sus figuras geométricas ancladas en la pared a modo de marco del foco principal de la exhibición.
La banda sonora que acompaña a las video-pinturas pertenece a la música ambiental y al igual que los monitores abarca un rango sensorial más amplio del que pueda esperarse de las permutaciones aleatorias.
El propio espacio diseñado para la Sala Alcalá contribuye a la expansión dinámica de la pieza, que en un principio puede parecer una metáfora sobre lo audiovisual pero que de inmediato pasa a convertirse en una impactante poetización del tiempo, como si el transcurso del mismo fuese diferente para Eno que para el resto de la gente.
La carrera creativa de Brian Eno (1948, Woodbridge, Inglaterra), se inició a comienzos de los años setenta como miembro del grupo musical Roxy Music. A partir de aquí, Eno se convertirá en uno de los artistas contemporáneos más influyentes, no solo en el panorama sonoro como creador de la música ambient, pero también en el campo de las artes visuales, por lo que su aportación artística, muy influenciada por la sinestesia, se inserta tanto en la “música visual” como en “imagen sonora”.
Brian Eno no solo cuenta en su haber con varias docenas de álbumes como compositor, como la serie de música ambient de músicas para sitios pocos frecuentes, como Music for Airports (Música para aeropuertos, 1978) , On Land (En tierra, 1982), o My Life in the Bush of Ghosts (Mi vida en el Monte de los fantasmas, 1981) realizado en colaboración con David Byrne, ex componente del grupo Talking Heads, y que fue uno de los primeros discos en utilizar ampliamente samples de otras grabaciones, sino que también ha destacado en su faceta de productor de otros artistas como David Bowie o U2, que bajo su tutela se convirtieron en algunas de las grabaciones más relevantes de las últimas décadas.

Podemos encontrar un precedente de 77 Million Paintings en los trabajos iniciales en vídeo de Eno en los años 80 como Mistaken Memories of Medieval Manhattan (Recuerdos incorrectos de un Manhattan medieval, 1981) o Thursday Afternoon (Jueves por la tarde, 1984). Estos trabajos, que abordaban de modo hipnótico y ralentizado la imaginación temática del paisaje urbano de una zona concreta de Nueva York o de los pausados movimientos de una modelo cual delicada muñeca rota, representan en si mismas la intención de Eno de contextualizar el arte visual en un entorno en el cual poder concentrarse en la música y en la imagen a través del filtro del aditamento tecnológico.

La unicidad de 77 Million Paintings reside ya no en la originalidad del objeto artístico, sino que emplea la singularidad de un instante que posiblemente jamás haya existido con anterioridad.

Iury Lech_Comisario de la exposición y Director de MADATAC

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